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Tres razones por las que este anteproyecto no ha de ser aprobado.

Código de la propuesta: CYL-2020-01-6304

Considero que este anteproyecto de Ley totalmente inadecuado por varias razones. En primer lugar, por basarse en una concepción antropológica errónea de la persona humana. En efecto, considera que el único criterio que fundamenta el ser personal es la propia voluntad, la propia decisión, la propia idea que un individuo tenga de sí. Por ello, no se tiene en cuenta la triple dimensión física, psíquica y espiritual de la persona humana, pues se olvida su realidad dual y complementaria: varón o mujer. Asimismo, se basa en un concepto erróneo de igualdad. ¿Creen, señores, con todos los respetos, que un niño de tres años tiene los mismos derechos que tiene un médico a percibir su sueldo de médico? En sentido jurídico, la igualdad no ha de ser entendida sino como equidad y esto es dar a cada uno lo suyo. La igual dignidad que tienen el hombre y la mujer desde el punto de vista ontológico no significa que no existan diferencias entre el modo masculino de ser persona y el modo femenino de serlo. Y en esa diferencia estriba la riqueza incomparable de la persona humana. Un ejemplo es que solo la mujer puede ser madre, y solo el varón puede ser padre. Y ser madre o ser padre no es algo intercambiable. En segundo lugar, desde el punto de vista político, el anteproyecto de ley de igualdad de trato y de no discriminación parte de un razonamiento falso: pretender defender la libertad, supuestamente cohibida, de una minoría, suprimiendo la libertad de una mayoría (las familias); o dicho de otro modo, pretender garantizar unos supuestos derechos de una minoría, a costa de eliminar los derechos de una mayoría (como es el derecho que tienen los padres a educar libremente a sus hijos). En tercer lugar, aplicar un régimen sancionador a quien no se acepte una determinada ideología, a un pensamiento único, solo es comprensible en un Estado totalitario. Si estamos en un Estado democrático, en una sociedad plural, no cabe esa postura. En fin, en la Antigua Grecia, el gran filósofo Platón afirmaba en su obra 'La República', que los verdaderos políticos han de ser sabios y virtuosos (porque no se puede ser sabio, sin ser virtuoso, y viceversa). Por ello, ruego a los responsables de las Cortes de Castilla y León tengan la sabiduría y la virtud de velar por la estabilidad social y moral de los ciudadanos. Será posible solo si son sabios y virtuosos, no dejándose plegar por las modas ideológicas del tiempo que nos ha tocado vivir. Sean valientes, por favor. Las generaciones futuras así lo esperan.